Los derechos de las infancias son derechos humanos, entre ellos, el derecho a la salud plena. La Convención de los Derechos del Niño, que en nuestro sistema jurídico tiene jerarquía constitucional (art. 75 Inciso 22 C.N.), prescribe en su artículo 24.1. “…el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud…”, estableciendo la obligación en cabeza de los Estados parte, de asegurar que ningún niño o niña sea privado de su derecho al disfrute de esos servicios sanitarios.
La Constitución de la Provincia de Catamarca establece en su artículo 64° que “La Provincia promoverá la salud como derecho fundamental del individuo y de la sociedad. A tal fin legislara sobre sus derechos y deberes, implantara el seguro de salud y creará la organización técnica adecuada para la promoción, protección y reparación de la salud…”, en tanto al consagrar los Derechos de la Niñez (art. 65°, III), incluye expresamente el derecho a la nutrición suficiente y a la salud.
Es decir que garantizar el derecho a la salud es una obligación del Estado, y más aun respecto de las infancias, dada la condición de sujetos de derecho de los Niños y Niñas, y que por tratarse de personas en desarrollo, requieren una especial protección.
La pubertad es un fenómeno biológico complejo a través del cual se desarrollan los caracteres sexuales secundarios, se logra la maduración sexual completa y se alcanza la talla adulta. Durante su transcurso, se incrementan las concentraciones de testosterona sérica en el hombre y de estrógenos séricos en la mujer. Cuando estos mecanismos se aceleran durante la infancia, se puede dar el desarrollo de una Pubertad Precoz, con la aparición de caracteres sexuales a edades tempranas (antes de los 8 años en niñas y 9 años en niños), generando la activación prematura del generador de pulsos de GnRH (gonadotropinas) por parte de las neuronas hipotalámicas. Es lo que se denomina como Pubertad Precoz Central.